Excavación arqueológica - Bloque de casas romanas

Como escribí en otro artículo, la Dehesa de la Oliva es un cofre con tesoros arqueológicos. Resulta impresionante comprobar que en la pequeña zona donde el Lozoya desemboca en el Jarama, que hoy nos parece totalmente desierta y vacía, se puedan encontrar tantos testimonios arqueológicos de diferentes culturas y sociedades asentadas en estas tierras.

Aquí se pueden encontrar expresiones artísticas de cazadores del Paleolítico superior, como se pueden contemplar «un piso más abajo», a unos 50 m por debajo de la ciudad carpetana-romana en la cueva del Reguerillo. También se han descubierto restos de agricultores neolíticos o de los primeros herreros de la Edad del Cobre y el Bronce. A pocos kilómetros se pueden visitar partes del sistema de defensa de los árabes de los siglo IX y X. Las presas del Lozoya a los pies de la Dehesa ilustran los inicios del suministro de agua moderno de Madrid. Además, está el cercano pueblo de Patones de Arriba, al que pertenece la Dehesa, fundado en el siglo XV. El punto culminante, sin embargo, es la ciudad perdida en la colina de la Dehesa de la Oliva.

¿Cómo llegar?

El yacimiento arqueológico está situado en el cerro de la Oliva, en el límite extremo de la Comunidad Autónoma de Madrid, justo en la frontera con Guadalajara que pertenece a Castilla-La Mancha. Si vas en coche desde Madrid, toma la A-1, coges la salida 50, y sigues la N-320 en dirección a Torrelaguna. Llegas a una rotonda. En esta rotonda, toma la salida al pueblo de Torrelaguna y busca la M-102 hacia Patones de Abajo. Pasa por Patones de Abajo y continúa durante unos 4 km hasta llegar a la señal M-134 hacia El Atazar. Continúa durante unos 500 m, pasando las tuberías del Canal hasta que veas una entrada con una placa explicativa a la derecha. Allí tienes que aparcar y continuar a pie.

El yacimiento arqueológico

Los restos arqueológicos fueron descubiertos en 1952 por un ingeniero del Canal Isabel II durante la construcción del Canal del Jarama. Gracias a las medidas de restauración y reparación de 2006, algunas de las estructuras excavadas y conservadas del asentamiento se hicieron accesibles y abiertas al público. Varios paneles explicativos de la Comunidad Autónoma de Madrid ilustran al visitante la extraordinaria relevancia del lugar y de las formas de vida en Hispania en el momento de la conquista romana y sus consecuencias. Desafortunadamente, algunos paneles están en mal estado, especialmente aquellos situados en el parking, donde dejas el coche. Esto complicó un poco nuestra visita. Para que esto no te pase a ti, trato de resumir lo más importante de lo aprendido aquí. La tabla en el parking propone una ruta fácil de menos de 4 km que cruza el cerro de oeste a este. Muestra puntos desde los que se pueden ver las peculiaridades geomorfológicas del paisaje, así como su asentamiento y uso.

La época prerromana

La ciudad perdida se ubica a una altitud de 905 m sobre el nivel del mar y ocupa unas 30 hectáreas, es decir, más de 40 campos de fútbol. En la literatura encontrada no es seguro si en los siglos previos a la conquista romana se establecieron aquí carpetanos, vacceos  o celtiberos y construyeron su castro. El Cerro de la Oliva se encuentra exactamente en el triángulo donde colindan las 3 tribus (ver mapa).

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La conquista de los romanos

La colina fue ocupada por los romanos en el siglo I a.C., mucho antes de que la ciudad de Madrid fuera fundada por los árabes en el siglo VIII. Los romanos permanecieron hasta el siglo I d.C. cuando la región fue pacificada finalmente. El modo de vida y las costumbres de los primeros habitantes cambiaron sustancialmente por la conquista romana. El castro se convirtió en una ciudad planificada con calles, campamentos, infraestructura hidráulica, edificios públicos y aceras.

La organización de la ciudad

Como se puede ver en los paneles, el asentamiento se divide en dos plataformas. (Ver foto del panel de la Comunidad Autónoma de Madrid)

Panel informativo división de las mesetas

En la plataforma superior u oriental en un área de unas 10 hectáreas se encuentra la ciudad romana que se caracteriza por sus típicas calles en ángulo recto. Estas van de norte a sur (Cardos) y de oeste a este (Decumanos). Sin embargo, se observa una cierta adaptación al terreno. Se han construido varias manzanas de 92 m de longitud y 12,5 m de ancho. Algunas casas tenían hornos (cimientos redondos). En la foto ves un fragmento de un panel explicativo de la Comunidad Autónoma de Madrid.

Panel informativo división de la ciudad

En el borde más septentrional de los bloques de casas romanas, una casa con un porche (pórtico) enclavada en la pared de roca con un voladizo. Albergaba pequeñas tiendas y negocios de artesanía. Los interiores servían como almacén y el pórtico como lugar de intercambio. En la foto se pueden ver algunas de las losas base para las columnas. Se cree que este edificio era de 2 a 3 plantas de altura.

Excavaciones - Casa con voladizo

Dado que este es el único lugar donde se encontraron tejas arqueadas, y en aquella época los tejados sólo estaban cubiertos de materiales vegetales, se supone que este edificio fue habitado de nuevo en el siglo V. La casa con columnas en el borde oriental de la Acrópolis es impresionante. Está separada del muro sólo por un camino (intervallum). La casa es única dado que ocupa una superficie de unos 700 m2. Se cree que la «administración pública» de la ciudad de la república tardía tenía su sede aquí. Durante las excavaciones en 2013, se encontró una moneda de bronce celtíbera de Clunia, Pealba de Castro en Burgos. Esto, y los resultados de un análisis C14 de los restos óseos relacionados, sugieren que esta casa fue construida 40 años a.C.

La entrada de los visigodos

La meseta fue abandonada después del siglo I d.C. Los romanos se mudaron al valle. Desde el siglo V d.C., los visigodos se asientan en la plataforma inferior u occidental en una exuberante aldea de unas 17 ha. Usaron la meseta superior como cementerio. En esta foto se pueden ver las tumbas en el centro de la estructura de la casa.

Excavaciones - tumbas visigodas

Vallado

Ambas mesetas están rodeadas por un muro dividido en dos secciones. La parte más antigua rodea la antigua ciudad romana y fue construida antes del cambio de época. En el caso de la segunda parte alrededor de la meseta inferior, todavía se duda de si originalmente se trataba de un solo proyecto, ya fuera una extensión de la muralla romana o una reconstrucción a finales de la Edad Media. La muralla aprovecha gargantas talladas y naturales. Para ello, se erigieron dos muros de piedra y se rellenaron de tierra y piedras.

¿Qué puedo visitar cerca?

Después de visitar las excavaciones, se puede ver, por ejemplo, el embalse de Atazar y luego la Atalaya de El Berrueco. Sobre todo, aprovecha el viaje para visitar antes a Patones de Arriba, la ermita de la Virgen de la Oliva, la cueva de la Edad de Piedra del Reguerillo y después el embalse de Atazar.

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